DETERMINACIÓN DEL RIESGO DE LA TENDINOPATÍA DE AQUILES
OBJETIVO
Aunque hay muchas variables (por ejemplo, peso corporal, IMC, enfermedades sistémicas y uso de fluoroquinolonas) que se consideran factores de riesgo para el desarrollo de la tendinopatía de Aquiles, hay una falta de evidencia concluyente que sugiera que sea la causa. Ser capaz de identificar los factores de riesgo, específicamente los factores de riesgo modificables, puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar una tendinopatía de Aquiles. Esta revisión sistemática tuvo como objetivo hacer eso, y analizó los posibles factores de riesgo clínico para el desarrollo de dicha tendinopatía.
QUE HICIERON
Esta revisión utilizó los elementos de informes más destacados para revisiones sistemáticas y metanálisis (PRISMA). Se buscaron artículos hasta febrero de 2019 desde múltiples bases de datos.
Los estudios potencialmente relevantes (5.111) se redujeron a 55 estudios que se incluyeron en la revisión, en función de los criterios de inclusión y exclusión, se eligieron los estudios que evaluaban los factores de riesgo estrictamente clínicos, y no los estudios basados en imágenes.
Los posibles factores de riesgo se extrajeron y agruparon en características del paciente (modificables y no modificables), factores biomecánicos, enfermedades preexistentes, medicación y factores de entrenamiento.
QUE ENCONTRARON
Los autores encontraron que existe evidencia de 9 factores de riesgo clínico:
- Tener antecedentes de otra tendinopatía de las extremidades inferiores o una fractura previa.
- Uso de ofloxacina (un antibiótico en la familia de las quinolonas).
- Un período de tiempo más prolongado antes de iniciar el tratamiento con quinolonas después de un trasplante de corazón.
- Consumo moderado de alcohol (7-13 bebidas por semana para hombres y 4-6 bebidas por semana para mujeres).
- Entrenamiento en clima frío.
- Disminución de la fuerza de los flexores plantares.
- Anomalía de la marcha (fase de empuje).
HACIA LA PRÁCTICA
Cuando se trabaja con pacientes con tendinopatía de Aquiles, o cuando se evalúa el riesgo de desarrollar una tendinopatía de Aquiles, la investigación actual ha identificado una serie de factores de riesgo que pueden contribuir a esto. En particular, el uso de Ofloxacina, el consumo de alcohol y una reducida fuerza del flexor plantar de una persona, son factores de riesgo modificables que se pueden modificarse para disminuir el riesgo de tendinopatía de Aquiles. Por ejemplo, recomendar a un paciente que reduzca su consumo de alcohol a menos de 4 unidades por semana para las mujeres o menos de 7 por semana para los hombres. También puede ser útil recomendarles que tomen un antibiótico diferente a la ofloxacina, si es posible, ya que este antibiótico en particular puede ser un factor de riesgo, pero otros antibióticos de quinolona pueden no serlo.
La actividad física no fue un factor de riesgo para el desarrollo de la tendinopatía de Aquiles siempre y cuanto esté bien pautada y planificada, parece ser que las cargas acumulativas no tienen impacto en el desarrollo de la tendinopatía de Aquiles, pero que los cambios repentinos o los picos en la carga de un paciente pueden. Una forma en que esto podría minimizarse es mediante el monitoreo de la carga de entrenamiento de los pacientes para evitar picos excesivos en la carga.
COMENTARIO DEL EXPERTO
“Esta revisión sistemática hizo un buen trabajo al identificar algunos de los factores de riesgo clínicos para el desarrollo de la tendinopatía de Aquiles. El hecho de que los autores excluyeran los estudios que se enfocaron en la obtención de imágenes de la tendinopatía de Aquiles para que el foco pudiera estar en aquellos factores que podrían identificarse mientras se trabaja con un paciente fue de particular interés para mí. Sin embargo, hay algunas variables que requieren una consideración especial. Por ejemplo, esta revisión muestra que ciertas anomalías de la marcha están asociadas con la tendinopatía de Aquiles. Un estudio en particular demostró este efecto, aunque esto fue en corredores novatos que realizaron carrera descalzos a lo largo de un programa de 10 semanas. Por lo tanto, es plausible que haya muchos corredores que puedan demostrar una «anomalía» de la marcha pero no desarrollen una tendinopatía de Aquiles. También podría ser que estos corredores novatos hayan desarrollado una tendinopatía de Aquiles simplemente porque era un estímulo novedoso para ellos, y por lo tanto no estaban bien acondicionados. Debe mencionarse, sin embargo, que este estudio en particular no es suficiente para decir definitivamente que ciertas mecánicas de la marcha están asociadas con la tendinopatía de Aquiles”.